Memoria

El Independiente, un ejemplo de valentía periodística

Segunda entrega

Las memorias del diario que atestiguó el inicio de la guerra civil salvadoreña son rescatadas en la voz de uno de sus protagonistas.

Dan Alder *

Mayo 20, 2022

Fotos: cortesía de Museo de la Palabra y la Imagen

Una transcripción de la entrevista que hizo Padilla a García queda grabada para la posteridad en las páginas en la edición N.º 127 de El Independiente, publicada el miércoles 23 de abril 1980. El encabezado de la nota comparte la primera plana de ese día con un artículo desde París en que Antonio Morales Erlich dice que si solo pueden parar la represión, la Junta habrá ganado el conflicto.

Hay un informe sobre el terror que están viviendo los moradores de San Pedro Perulapán frente a operativos brutales cometidos por miembros de la organización paramilitar ORDEN y la Guardia Nacional. Abajo, a la izquierda, hay un artículo ilustrado informando que el día anterior militantes de las FPL tomaron el local de Disco-almacén,  ubicado en la cuarta avenida norte y la primera calle oriente y, después de inmovilizar al propietario y sus empleados, utilizaron el sistema de sonido de la tienda para transmitir a todo volumen una mensaje propagandístico que corrió unos 45 minutos. A la par de eso hay una foto del sindicalista Bernabé Recinos y otro compañero de STECEL (la organización de la empresa de distribución eléctrica) anunciando dos días de paros “apoyando duelo por asesinato de compañeros y repudiando represión”.

Esa solo es una edición de las alrededor de 268 que fueran publicadas durante la Quinta Época de El Independiente. Todos tienen noticias que no aparecen en los demás diarios o que son presentados desde un punto de vista muy distinto. No es necesariamente más certero, pero presenta una interpretación por lo menos tan válida como la que ofrecen los periódicos de mayor circulación.

La investigación realizada por el periodista Dan Adler, quien cubrió el conflicto armado en los años 80, atestigua el inicio del conflicto político social salvadoreño como un rescate a la memoria de una sociedad traumatizada por la amnesia.

Padilla tenía razón de pensar que podía correr peligro. Los periódicos de los Pinto ya tenían tres generaciones de estar en casi constante conflicto con las fuerzas armadas.

El abuelo de Jorge Pinto hijo, Miguel Pinto, fundó el periódico El Latinoamericano, predecesor del Diario Latino. El editorial de su primera edición describía la filosofía periodística de don Miguel diciendo: “Se impone la utilidad de un órgano que dedique atención preferente a las clases humildes, que se llaman desheredadas, que son verdaderamente el alma nacional y la revelación propia del valor intrínseco de un pueblo”.

Su taller de impresión fue quemado la primera vez en 1928 en un intento por erradicar tan noble sentimiento. Pero don Miguel lo reconstruyó, siguiendo con su lucha para alcanzar un país más justo y humano.

El trabajo que siguió Jorge Pinto en el periódico de su papá motivó al presidente y general Maximiliano Hernández Martínez a mandarlo a prisión.

Padilla recordó que el estilo de Jorge padre era cuidadoso pero acertado.

“El padre tenía una crítica acomodada. Pero fue una critica de sastrería. Cuando criticó a alguien fue como un trajecito bien hecho”, reflexiona Padilla.

Y tan bien hecho que lo llevó a una celda tras las órdenes del dictador. Allí estaba en 1943 cuando estalló un intento fallido de golpe de Estado contra Hernández Martínez. Durante la balacera afuera de la cárcel, sus celadores vinieron a donde estaba recluido y ametrallaron a Jorge Pinto padre, dejándole agonizando. Aunque el editor sobrevivió al intento de homicidio, tuvo que vivir con las dolorosas consecuencias por los restantes 13 años de su vida.

“Nuestro país, no hay duda, es un país totalitario”, escribió en la edición del 30 de agosto de 1954. “La bota de Hitler ha renacido. Como hierba mala, la tiranía ha ido creciendo desde 1932 sobre la Patria hasta dañar su corazón sublime. Un militar tiene derecho a todo. La imprenta no vale nada. Imbéciles: los pueblos mudos son Patrias muertas …”, publicó.

Los periódicos de la familia Pinto ya tenían tres generaciones de estar en casi constante conflicto con las fuerzas armadas y con una línea editorial en abierta oposición al estatus quo que privilegió a unos pocos por encima del resto.

Cuando tenía solo 17 años Jorge hijo circuló su propio periódico, La Época, predecesor de El Independiente.

“Nuestro país, no hay duda, es un país totalitario”, escribió en la edición del 30 de agosto de 1954. “La bota de Hitler ha renacido. Como hierba mala, la tiranía ha ido creciendo desde 1932 sobre la Patria hasta dañar su corazón sublime. Un militar tiene derecho a todo. La imprenta no vale nada. Imbéciles: los pueblos mudos son Patrias muertas …”, publicó.

El 1 de septiembre de 1954, agentes del dictador de turno capturaron al joven periodista y lo llevaron al cuartel de la Policía Nacional, donde tuvo una breve reunión con la famosa capucha.

A pesar de la tortura, Pinto rehusó firmar una falsa confesión o dejar el país a cambio de su libertad.

Acabó yendo a prisión acusado de “injurias” contra el presidente y coronel Oscar Osorio.

Allí pasó varios meses antes de emprender una huelga de hambre que lo tuvo al borde de la muerte hasta que la Corte Suprema de Justicia intercedió y ordenó su libertad.

Jorgito, como le decían sus amigos, siempre gozó de una cuota de inmunidad por ser de una familia tan rica y conocida. Su abuelo materno era el cafetalero, banquero y comerciante Mauricio Meardi. Jorgito pasó mucha de su niñez en San Salvador viviendo en la mansión Villa Fermina de la familia Meardi.

Jorge Pinto hijo fundó El Independiente en 1955 pero fue objeto de prohibiciones oficiales en varias ocasiones.

Cuando publicaron las primeras ediciones de El Independiente fueron una plataforma para escritores destacados como Roque Dalton e Italo López Vallecillos.

El periódico tenía varias años de no circular antes del golpe del 15 Octubre de 1979, cuando el general Romero fue depuesto por un grupo de militares jóvenes que dijeron ser reformadores e invitaron a la oposición política unirse al gobierno.

El golpe creó condiciones para que El Independiente saliera a la calle una vez más, iniciando así su Quinta Época. Pero, a pesar de la bienvenida que extendería el Ministro de Defensa al reportero del periódico, el medio impreso siempre enfrentó muchas dificultades para publicar.

Jorge Pinto era blanco de frecuentes amenazas de muerte. Su carro fue ametrallado por lo menos dos ocasiones. Su casa fue cateada en la noche. Una madrugada pusieron una bomba en las oficinas del periódico y en otro operativo fue destruida la imprenta del mismo, ubicado en Apopa.

Hombres vestidos de civil, pero portando armas de guerra, pasaban a bordo de un pick up salpicando la fachada del periódico con ráfagas de metralla, con tanta frecuencia que los empleados los esperaban a una misma hora de cada día a la que denominaron “La hora de la muerte”.

Así lo decían medio en broma medio en serio hasta el día que se convirtió en tragedia cuando las balas alcanzaron al joven ayudante del periódico, un campesino de 19 años llamado Nicolás Ángel, que estaba entrando a las instalaciones.

Su cuerpo fue atravesado por uno de los proyectiles de alto poder y murió allí en el portón.

La oficina de la  Agencia Periodística Independiente (API), orgánicamente vinculada a El Independiente, pero dirigida por la periodista nicaragüense Vida Cuadra, también fue blanco de varios cateos, mientras que ella fue capturada dos ocasiones. Tras la última detención, pasó casi dos años en prisión. 

El periódico El Independiente es una ventana que permite acercar al lector a los episodios más cruentos de la guerra civil salvadoreña.

Ahora imagine el momento que hubo posterior a la entrevista con García, el 23 de abril de 1980, cuando el jefe castrense abre la edición del periódico y lee la entrevista que le hizo Padilla con el encabezado del editorial en la página opuesta y en letra mayúsculas: “ENJAULAR A LOS GORILAS”.

A García no pudo haberle gustado leer aquel editorial al lado de sus propias palabras instigando a El Independiente a la “neutralidad” periodística, mientras Pinto reitera en su texto la importancia de la unidad del movimiento popular como “la única arma que puede esgrimir el pueblo salvadoreño y la única fuerza concreta que puede ser eficaz para enjaular a los gorilas que ejercen el poder en nuestro país”.

Continuará…

*Dan Alder trabajó como periodista en El Salvador de 1989 hasta 1995.

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