Opinión

Ilustración: Luis Galdámez

El bolo del carro negro

Eric Lombardo Lemus*

Octubre 21, 2022

El video que subió a la red muestra un automovilista raudo y nocturno que conduce un auto a toda velocidad sobre el carril opuesto. La broma o el deseo suicida termina estrellándose contra otro conductor que no entiende lo que tiene enfrente hasta que se produce un choque estrepitoso. Noche de viernes o noche de sábado. Da igual. Domingo no hay capturas ni presentación en rueda de reos. En las cuentas de las redes sociales empieza el deporte favorito: la conjugación del sustantivo hecho verbo. 

— A ver si lo sacan.

— Ni idea del man.

— No lo quieren sacar, hubiera sido cualquier pelagato, ya lo hubieran sacado con 20 policías y 10 soldados encima.

— No lo dudés.

— Pero nadie dice quién es.

— Placas particular 982 698.

— ¡Impunidad!

— Es que como es hijo del presidente de una autónoma.

— A saber que tan cierto.

— Ha de ser alguien importante. Por eso no lo sacan.

— Por una sospechosa cualquierita le atoran recio a uno con estado de excepción. ¿Y este qué ondas o solo es para la mapachada la ley?

— Hermetismo total.

— Nadie sabe no quieren decir. Con este gobierno no es de extrañar que anden buscando al que hizo el video.

— No lo dudés.

— Nadie sabe. Misterio.

— Es cherada. No lo vamos a exponer… (aquellos).

— Seguramente.

— Algún cyan o familiar.

— Exponen a un médico por atropellar un gato y ahora este loco no lo exponen.

— Ya estallará el bombazo. Todo se llega a saber.

— Cuando lo capturen lo sabremos.

— Si lo investiga don Walter toda la verdad lo va a sacar. Él es bien correcto. Preguntémosle.

— Mejor el del gato.

— La lógica dice que si no lo exponen es porque se trata de alguien importante o familiar de. Y eso sí está mal. Sería caer en lo mismo que tanto se critica del pasado. ¿o no?

— Es un periodista…

— Yo también esa pregunta porque se me hace ilógico que al pobre doctor por atropellar a un gato si haya salido publicado su nombre, profesión, fotografía y esté preso. Irónico porque el que iba en sentido opuesto infringió muchas más leyes.

— Era este, mira maje. ¿No será compadre de chupa tuyo?

— ¡Este es el angelito!

— No es el que acaban de sacar. El original tiene tatuajes en el cuello y no tiene panza. ¡Debe ser un pajarito gordo porque lo están protegiendo con todo!

— Lo raro es que el pelón que presentaron no tiene ni un rasguño y con ese mameyazo mínimo debe tener varios y no leves.

— Ujummm…

Y así la información definitiva sobre el accidente de esa noche acaba diluyéndose en un y venir de especulaciones, bromas, teorías conspirativas, en fin, palabras registradas en las redes sociales que igual se las lleva el viento.

* editor de revista Espacio

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