Letras

Ilustración: Luis Galdámez

Mariano Montero

(Buenos Aires, 1976). Profesor de Historia, investigador y escritor. Autor de “Agapito Valiente. Stroessner Kyhyjeha” (Arandurã, 2019) y compilador de las Obras Completas de Lincoln Silva (Arandurã, 2021). Publicó artículos sobre el pasado reciente del Paraguay y otros temas en revistas académicas de Argentina, Paraguay, México, España y Rusia, así como relatos breves de ficción en revistas literarias de México y Perú.

Diciembre 16, 2022

¿Escribir sobre el pueblo o escribir con el pueblo?

UNA CAPSULA DEL TIEMPO PARA EL PRESENTE

El título de este ensayo remite a una pregunta que el joven escritor paraguayo Lincoln Silva planteó cincuenta años atrás en un importante simposio de intelectuales, el Seminario Latinoamericano “El Escritor y el Cambio Social”, organizado por el Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL, dependiente de la Fundación Ebert) y que se desarrolló entre el 10 y el 16 de septiembre de 1972 en Costa Rica, en un lugar conocido como La Catalina, en el distrito de Santa Bárbara.

Invitado gracias a la proyección que le dio su primera novela (Rebelión después, 1970), se reunió allí con otros 38 escritores de diferentes países de Latinoamérica*. Los temas tratados estaban vinculados con las obsesiones de Lincoln en aquellos años, que se podían resumir en una pregunta: “¿Qué hacemos con la literatura?”, interrogante que lo venía atormentando desde principios de la década del setenta.

A esa pregunta, Lincoln se refirió en un artículo que fue publicado en la revista Tertulias, N.º 4, del año 1972, con el título “Escribir sobre el pueblo o escribir con el pueblo”. Allí, expresó la angustia de escribir en un mundo en el que las cosas no estaban bien, es decir, ¿cómo escribir mientras sucede lo que sucede? Insistiendo con el compromiso del escritor con la realidad que lo rodea, afirmaba: “Todo escritor que no experimente estas necesidades y no asuma su vocación hasta el sacrificio, no pasará de ser un ser inútil, una vanidad sin fundamento, un hombre o una mujer, en suma, equivocado, cuando no ridículo de condición”.  Lincoln no se detuvo allí y continuó: “en un continente como el nuestro, subdesarrollado, tiranizado, explotado material y espiritualmente; a la ansiedad de haber nacido artista, se sumará la obligación y la necesidad de abrazar la causa de los oprimidos, es decir, el deseo de que la obra de uno sirva para algo”.

A estas inquietudes, Silva agregó otra: la búsqueda de una escritura colectiva. Entrando en contradicción con su práctica, caracterizada por trabajar en forma solitaria sin participar de grupos o revistas en forma permanente, resaltó que había que superar “la individualidad y la intimidad de la creación literaria por una forma de escritura colectiva (…) La novela no podrá salvarse de la desaparición, si no se convierte como el teatro y el cine, en un trabajo de conjunto. Un hombre solo, no puede ya, en medio del torbellino de los cambios de hoy, transmitir en su totalidad los fenómenos realmente interesantes para el hombre. Los medios de comunicación masiva lo aplastarán, y los libros, en un mundo donde los demás perdieron la costumbre de pensar, no servirán prácticamente para nada”.

Lincoln concluye su razonamiento señalando que “escribir con el pueblo, es, a mi entender, el gran desafío que nuestra época lanza a los escritores”. Es decir, escribir “con” y no “sobre”.

Este momento que vivimos actualmente, con una multiplicación de las plataformas para que los escritores den a conocer sus textos, hace que las palabras que Silva expresó en 1972 se reactualicen. Lincoln había planteado lo siguiente: “Debemos recorrer aldea por aldea, cantón por cantón, ciudad por ciudad, vivir con los obreros y campesinos, empaparnos de sus casos, proyectarnos en sus sueños, aprender sus danzas, participar a sus rudas faenas. Que sean ellos mismos quienes cuenten las historias que nosotros queremos contar. Que protagonicen en carne y hueso (y por lo tanto en espíritu), la gran novela que desde hace mucho tiempo proyectamos”.

Quizá la tan ansiada por Lincoln “escritura colectiva”, puede ser una de las “revoluciones actuales” a desarrollar. Quizá sus palabras vuelven a adquirir relevancia y se resignifican para nuestro presente. Si hoy muchos creemos que la literatura tiene que sufrir una revolución, Lincoln sintió que en 1972 la literatura se encontraba “incomunicada” con el pueblo, y que para superar esa situación “necesita al igual que nuestra sociedad, una profunda revolución en sus estructuras”. Si un largo proceso de incomunicación y aislamiento del escritor de su pueblo y de su clase, lo lleva a este último a no poder escribir “en el idioma de su pueblo”, es necesario replantear el rol de la literatura.

Parecería que el texto de Lincoln Silva actúa como una especie de cápsula del tiempo que él enterró en 1972 para que nosotros la desenterremos en el presente y la utilicemos como arma. Pero si una cápsula del tiempo que nos llega desde principios de los setenta coincide con nuestros objetivos actuales, significa que hay revoluciones que son tanto del pasado como del presente y, seguramente, del futuro, es decir, permanentes. De nosotros depende.

*Según Ortrun Froehling, participaron: Jorge Ruffinelli, Carlos Martínez Moreno y Eduardo Galeano (Uruguay), Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez y Beltrán Morales (Nicaragua), Paulo Cavalcanti (Brasil) Marco Antonio Flores y Mario Monteforte Toledo (Guatemala), Miguel Donoso Pareja y Sergio Román (Ecuador), Roberto Sosa y Oscar Acosta (Honduras), Adriano González León y Juan Liscano (Venezuela), Mariano Baptista Gumucio (Bolivia), Alberto Baeza Flores (Chile), Manlio Argueta, Salarrué, José Roberto Cea e Ítalo López Vallecillos (El Salvador), Máximo Avilés Blonda y Freddy Gatón Arce (República Dominicana), Luis Alberto Sánchez (Perú), y Laureano Albán, Alfonso Chase, Julieta Dobles Izaguirre, Quince Duncan, José León Sánchez (Costa Rica). Ortrun Froehling: “Reflexiones sobre el escritor en Latinoamérica y el cambio social (Usar la palabra como fusil)”, Nueva Sociedad, N.º 5, marzo-abril 1973, pp. 3-12.

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