Letras

Ilustración: Luis Galdámez

Pilar Fonseca Masías

(Lima, 1983) Autora del libro de cuentos, Inventario, ilustrado por Miguel Det, con el sello editorial Gato Viejo. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima, carrera que le ha permitido explorar el mundo de la comunicación corporativa y el periodismo cultural. En 2020 participó en la antología Hastío (Zumbayllu, un brazo de Campo Letrado Editores).

Noviembre 18, 2022

Apatía

Bajé del bus en plena discusión. Cobrador y pasajero se insultaban por los cincuenta céntimos que el segundo se negaba a pagar: argüía que hacía el viaje todos los días, que siempre pagaba lo mismo y no cedería a caprichos. El cobrador, acostumbrado a faltar el respeto a los pasajeros, azuzaba la trifulca sobre ruedas. Ya sabía cómo iba acabar: la policía intervendría y los pasajeros grabarían todo con sus celulares. Nadie movería un dedo y yo ya estoy muy viejo para ir rescatando gente alterada que va por doquier.

Mi decisión me hizo caminar más, pero fue lo mejor. Ahora que soy más sensato, repelo las masas, porque sé que ahí siempre habrá por lo menos dos que buscan problemas. Ya dejé de ser el que siempre llamaron buscapleitos, aunque solo hacía lo correcto.

Si veo que le roban a un muchacho, ya no intervengo; si veo que alguien manosea a una muchacha en el bus, tampoco me meto. No es mi problema.

Insisto, ya dejé de ser el de antes.

Explotación

Ingresamos al discobar. El día había sido arduo y la relajación con unas buenas chelas se hacía necesaria. Trabajar como esclavo sin derecho a goce no tiene buen fin, ése siempre ha sido mi lema. Hay que saber relajarse, hay que saber disfrutar.

Las luces de neón dibujaban siluetas a contraluz de las bailarinas, muñecas humanas con ropa pequeña y ajustada a su piel, tan joven y tan expuesta a toda clase de miradas, incluida la mía. Cada una de ellas jugaba a ser la Barbie esperando que algún Ken viniera a rescatarla. Yo no soy guapo como Ken, pero tengo lo mío. Tuve de donde sacarlo, mi madre era una mujer muy bella y a mi padre nunca le vi la cara. Todo lo que soy es gracias a ella. Sobretodo, lo chambeador.

Mi madre pudo sacar provecho de su belleza como estas muñecas, pero prefirió romperse el lomo para una familia que no era la nuestra. Mi compañero de mesa está tan embelesado como yo viendo como mueven las caderas. Son el oasis en mi desierto.

Todas eran lindas, pero yo ya había visto a mi favorita: Deisy.

Era tan hermosa como las otras, pero aún guardaba la inocencia de sus dieciséis abriles. Se aumentaba la edad, pero su mirada no te engañaba.

Yo quiero ser el Ken de Deisy.

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