Letras

Ilustración: Luis Galdámez

Teresa del Bosque

(El Salvador, 1963) Es poeta, escritora, docente, abogada y notaria. Ha ganado el Concurso de Poesía a la Madre (1978), el Primer Certamen de Poesía de Maestros de El Salvador (2002) y el Primer Certamen de Literatura Infantil (2020). Fue coautora del Prólogo de la antología Historias de vida (Argentina 2014). Entre sus últimos poemarios publicados están: Sátira de hojalata (2022), Las pesadillas de Alicia (2023), Alicia. Funeral de sus fantasmas (2023).

Marzo 24, 2023

Asalto de dolor

Desgrana mis ojos                                                   

la memoria de rancios alfileres   

 

Sangro 

desde la resiliencia de mi voz

hasta excretar la última 

de mis condenas       

 

Vuelve el ahogo amotinado          

en la garganta del silencio

y me abandono escombro del olvido 

que aun duele    

 

Crece lozano el fantasma

que rastrilló el néctar de mis pétalos                                        

y envenenó aquella luna

que quiso ser planeta

 

Caigo hasta que pase

el hambre del cuchillo

Mañana ya veré                                                                            

si aún funciona

el reloj que se olvidara resistencia

 

Mañana                                                       

cuando me sacuda los gritos 

de murciélago malherido

 

Mañana

cuando se evaporen con el sol

las malditas olas que todavía golpean

la debilidad de mi estación

Purgatorio

Solo fluyen      

húmedas de mis ojos

las palabras 

acomodándose en la palidez del surco 

mal sembrado             

 

Trajo novenario     

mi bastardo sentimiento           

para que otra vez conecte

el colmillo de la ausencia

con la pureza de mi muerte

           

Aquí se rompe la armónica de cristal

la bandada de segundos

la horda de suspiros 

y crece la depresión de la esperanza

 

Aquí vuelvo a aullar      

como perro moribundo

mientras se enciende el boscaje 

de un idioma muerto

 

Se quema la tribu de lesiones

de fuego y piel     

 

Aquí, donde se paró el reloj

desde que se quebró el polen del jardín

 

Aquí, donde se abre el portón de las heridas

 

Aquí, en esta noche sagrada 

vuelvo a aullar

al origen de la piedra

al rumor oscuro de la luna

y vuelvo a sentirme aliento 

en la verde luz de mi cadáver

Atrapada en la cola de la muerte

Atraviesa el aire 

la espina del fantasma 

hasta la tumba de la herida 

y sangra diferido el costado de mi aliento 

 

Estoy gestándome roca          

quiebra puntas     

esperando el frío de mi fuego

 

Agoniza la placenta          

vomitada por la víbora 

que mata 

cuando el amor 

solo fue tálamo       

 

Llueve granizada ácida en mi pupila 

lactándose aún 

de su cielo atormentado

 

Duele la noche 

creciéndome en el pecho

como crecen los puñales 

hacia adentro

profundo   

sin salida

 

Y aprendí 

a bordarle las mordidas

al campanario de mi eco

y aullé 

como aúllan las sirenas

hediondas

a un mundo ajustado al retazo de la vida

 

También aprendí a ser oasis 

de las cobras 

hasta vaciarse la inmundicia de sus lunas

 

Y morí cuando aprendí 

a llenar el surco con la tinta de mi sangre

Cuarto gris

Vengo al astillero            

donde encallan     

todas las carabelas

de mis lápidas

 

Siempre regreso

con este rosario de puños

resucitados

cuando trato de limpiarme de mundo

la cáscara del tiempo 

 

Vengo   

aunque se borre la alegría

graficada con mi sangre

y flote    

como flotan los locos                    

indigestados de amor

Y agonice la juerga del murciélago

en mi asombro de niña

Y me quede        

tan desnuda

como alienígena recién escupida

por la vereda del pecado

Y muera por fin                              

la espada en mi pecho       

desde la conciencia

El goce del sufrimiento

e esfumó mi pena un instante      

y sentí la vida 

en la rancia pared de mis segundos      

 

Sentí la puerta de la libertad

llamándome para ser mundo

 

Sentí mi renuncia              

Sentí el suicidio

 

Sentí la muerte acercarse

por segunda vez

por la misma causa   

 

Y sintió              

hambre de dolor la palabra    

mi palabra       

pobre en el surco

desde mi primera lápida

 

Retrocedí 

y dejé que pasara la caravana de ilusiones

y salté hasta la tierra de mi condena:

oxígeno de mi noche

huella de mi luna oscurecida

alimento de esperanza

redención, libertad, vuelo

desde la muerte

 

Justa pena 

para los suicidas como yo

del silencio.

Caminos de olvido

Quiero llegar con mis huesos tristes   

al camino donde crecen los olvidos

 

Quiero alejarme de la tribu

de tumbas con mi nombre

 

Quiero extirpar estas espinas

enconadas en mis cráteres derrotados

 

Quiero beberme el miedo de mi miedo

para caminar descalza por los rieles de la noche

 

Quiero contarle a la aurora

que yo no era espada de ángel malo     

que yo solo quería 

soplar mi brasa para no morir de frío

 

Quiero incinerar mi memoria en el callejón de los vacíos

porque no quiero esperar el invierno

con tantos espantos mordiéndome los ojos 

luego de vencer la estupidez de mis apegos

 

Quiero formatear este campanario 

y su repique de navajas.

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