Foto

«Prohibido olvidar»

Texto: Raquel Kanorroel*
Fotografías: Gió Palazzo

Abril 19, 2024

Las mejores imágenes son aquellas que retienen su fuerza e impacto
a través de los años, a pesar del número de veces que son vistas.
Anne Geddes

Cuando fotografías a una persona en color, fotografías su ropa,
cuando lo haces en blanco y negro, fotografías su alma.
Ted Grant

La frase del título se utiliza frecuentemente por diversas causas, e incluso es el nombre de una canción de Rubén Blades y otra de Ricardo Montaner. Y hasta el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, la quiso registrar. 

Es decir, se terminó transformando en un cliché. 

Pero, cliché o no, lo que en ella se mandata es innegablemente necesario; pues el olvido es, entre otras cosas, el padre de la inconsciencia, y esta es madre de la necedad, y esta a su vez es causa de que el ser humano —individual y colectivamente— sea «el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra», según el escritor y filósofo Néstor Roulet. 

O muchas más de dos, añadimos nosotros.          

El conflicto armado de los 80 (esa orgía de ensañamiento que, según cálculos reservados, cobró más de 75,000 muertos y miles de desaparecidos y desplazados, además de incontables heridas físicas y emocionales e innumerables pérdidas materiales) debe quedar atrás para siempre. 

Pero la paradójica condición sine qua non para que el pasado quede definitivamente atrás es que esa trágica década se inscriba con fuego en nuestra memoria, que se vuelva objeto permanente de estudio y reflexión en aras de generar conciencia, la que tanto faltó a las generaciones anteriores de salvadoreños y que no podemos darnos el lujo de que continúe ausente en las nuevas. 

Y, si parte esencial de la sanación definitiva de nuestra Patria es la memoria imborrable, para mantenerla con vida las imágenes se tornan indispensables; pues, como dice otro cliché, «una imagen dice más que mil palabras». 

Las imágenes captadas por el fotógrafo militante italiano Giovanni «Gió» Palazzo son, para este propósito, más que apropiadas, especialmente las expuestas en este momento en el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) en San Salvador, ya que el claroscuro intenso de sus fotografías en blanco y negro nos gritan que la guerra fue una tragedia humana hedionda a cadáveres expuestos al sol o arrastrados por las corrientes de los ríos, y no un mero acontecimiento histórico con olor a página de periódico o de libro; guerra en la que lozanos jóvenes de ambos bandos, nacionales y extranjeros, fueron sacrificados en masa en aras de cálculos criminales de viejos concupiscentes, nacionales y extranjeros también; guerra en la que madres jóvenes y ancianas gritaron de dolor bajo el sol ardiente o la lluvia fría al ver a sus hijos convertidos en meros «restos humanos», o al no verlos más en absoluto…

Imágenes que nos gritan que el color propio de la vida desaparece al conjuro del odio ciego y la codicia miope, y que las guerras de «normales» no tienen nada, aunque la historia humana esté plagada de ellas.

Gracias sean dadas entonces a quienes, como Gió Palazzo, nos brindan imágenes que, más que «prohibirnos olvidar», nos impiden hacerlo. 

*Periodista, escritora, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).

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