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El legado irremplazable de Rafa

Eric Lombardo Lemus

Octubre 7, 2022

El antropólogo e historiador holandés Ralph Sprenkels murió inesperadamente en septiembre de 2019. Su paso por El Salvador es uno de los episodios más resguardados en la memoria de quienes lo conocieron y compartieron su trabajo junto al jesuita Jon de Cortina en Chalatenango cuando crearon Pro Búsqueda, la asociación que empezó a preguntar lo que el poder quiso esconder a toda costa.

Los campesinos que lo conocieron recuerdan su tenacidad junto al padre Cortina en la fundación de la organización pionera en el esclarecimiento del paradero de los niños y niñas secuestrados por el ejército durante los operativos ejecutados en las zonas bajo control rebelde o de aquellos que también fueron utilizados en las casa de seguridad que utilizó la guerrilla. La vida de los refugiados, el retorno de las comunidades a sus lugares de origen, la conclusión de la guerra y la recolección de testimonios sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas contra la población civil fue siendo documentada por Sprenkels. 

Tras su muerte, hace tres años, todo ese registro fotográfico valioso ahora es rescatado por la académica Lidice Michelle Melara Minero, su compañera de vida, quien junto con Adriana Alas e Irina Carlota Silber trabajan en la elaboración de un libro fotográfico que forma parte del proyecto Memoria Histórica Sobreviviente en El Salvador, el cual es financiado por el Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá (SSHRC) y la Universidad de Western. Dentro del marco de dicho proyecto, se donaron preliminarmente 250 imágenes.

La Casa Museo Jon Cortina, ubicada en Guarjila, resguardará el legado bajo el título “Chalatenango: luz y sombra” con el objetivo de organizar exposiciones con la Red Comunitaria de Museos y otras instituciones vinculadas al rescate de la memoria.   

Rafa, como es recordado, fue un curioso universitario que estudió Filosofía en la Universidad de Ámsterdam y decidió mochilear en Estados Unidos sin saber que su búsqueda personal lo llevaría a Guadalajara donde estudió Historia y se sensibilizó ante los testimonios de los refugiados salvadoreños que huían de una guerra cruel. Fue en la Universidad de Guadalajara donde se involucró en el movimiento de solidaridad con El Salvador y escuchó de un país pequeño y hermoso, de gente amable y tenaz, de campesinos resilientes que enfrentaban una maquinaria de guerra. Así vino a este país de luz y de sombra donde anudó un vínculo que marcó su vida por siempre. 

Cuando regresó a su natal Holanda, siempre llevó este país en su equipaje de mano porque fue el tema de investigación permanente en sus textos donde buscó explicar los episodios complejos del conflicto armado, las tesituras de la posguerra, la polarización política de un país aferrado a la violencia, y siguió involucrado en el derecho a preservar la memoria y en la promoción de la justicia transicional. 

Las fotografías de Ralph, a través de esta galería, muestran la mirada de un intelectual sensible con el sufrimiento de los más desposeídos y olvidados en el norte del país, pero también la cotidianidad, las sonrisas y la esperanza y, de igual forma, describen una época marcada por la transición política y social de una población que luchó codo a codo para construir los cimientos de una vida más justa.

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