Cultura

Ilustración: Luis Galdámez

René el testarudo y su maravilloso teatro precario

Libertad y precariedad en un mundo como el nuestro suelen ir juntas. Esto lo sabe bien René Lovo, fundador de la sala de teatro independiente y alternativa que más tiempo ha resistido en el país, La Galera Teatro y Cocina, y no precisamente en las mejores condiciones económicas.  

Texto: Raquel Kanorroel
Fotografías: Luis Galdámez

Febrero 23, 2024

Después casi una década de remar y navegar casi contracorriente, René decidió «enseñar la hilacha» orgullosamente, en un documento que redactó con ocasión del IX aniversario de su creación, para que sirviese de inspiración a los cinco amigos galereanos que invitó a formar parte del panel principal del conversatorio «Abrir un Teatro en San Salvador y de cómo la precariedad se convirtió en la más secreta fortaleza», el cual se realizó el martes 6 de febrero por la noche, en la Sala galereana o «caja negra», como suelen llamar al espacio de nueve metros de largo por casi cinco de ancho y tres de alto donde han venido —y seguirán— presentándose artistas tan soñadores, libres y testarudos como él. 

Y es que no en balde René se vinculó al ERP en 1988, a sus veintitrés años, de lo cual diera fe la también excombatiente Marisol Galindo (hoy activista social e integrante del panel mencionado) durante el conversatorio. Sabe, pues, de escaramuzas y resistencias, mismas que hoy aplica como teatrero, convirtiéndose así en un «guerrillero del arte» frente a las embestidas de la realidad nacional. 

Seis panelistas y un propósito común: dar testimonio de que en El Salvador sí se puede hacer teatro, siempre que se esté dispuesto a hacerlo contra viento y marea.

Al evento asistieron más de 30 fieles galereanos de todas las edades, quienes escucharon y conversaron a su vez con los panelistas.

Marisol, quien se autodefine como una «espectadora experta» —pues su encuentro con el teatro se dio desde temprana edad y siempre como parte del público—, considera que las presentaciones teatrales en La Galera no son mejores ni peores, sino diferentes a las de otros escenarios.

«Es un teatro inmersivo, en el cual es imposible no sentirse, como espectador, involucrado en el acto teatral. La precariedad ha abonado a que el teatro aquí sea distinto, y esto distinto es lo que ha llevado a crear una comunidad», explica Marisol.

René Lovo. Director de Teatro y fundador de La Galera Teatro & Cocina

Marisol Galindo. Espectadora galereana

Para el poeta Alberto López Serrano, «la precariedad es precisamente la que ha impulsado la creatividad en todo sentido aquí. El espectador no se limita a ver la obra e irse, sino que quiere quedarse, porque sabe que después hay convivio, conversación, bohemia… Existe en La Galera un ensayo constante: se encuentran diversidad de propuestas, no sólo teatrales, sino de varias ramas del arte. No hay fronteras. La Galera es un espacio de autonomía, resistencia, ruptura; un espacio no sólo para el goce estético, sino para pensar y repensar. Inmerso en la “caja negra”, me he sentido cuestionado y conmovido».

Las presentaciones teatrales en La Galera no son mejores ni peores, sino diferentes a las de otros escenarios.

La aventura de concebir un teatro como el que se monta en La Galera implicó, nos dice su fundador René Lovo, «aprender a no ver la precariedad como debilidad sino como fortaleza».

Alberto López Serrano. Poeta

Eunice Payés. Maestra de Danza y Directora Escénica

Eunice Payés (reconocida bailarina y directora escénica) aclara que el planteamiento de René no implica para nada que en La Galera se considere la precariedad como algo deseable, sino que enfatiza que, aunque el dinero sea innegablemente necesario, la falta de éste no detendrá el trabajo que allí se desarrolla.

«La Galera merece seguir creciendo y su esfuerzo ser visibilizado; la gente debe darse cuenta de lo que nos cuesta a todos nosotros presentar un espectáculo. Además, ha sido muy complicado sacar adelante a la vez el Teatro en sí mismo y la empresa cultural (o “la Cocina”). Sin embargo, a pesar de las limitaciones, hemos montado aquí obras de gran nivel, incluyendo estrenos ganadores de premios internacionales como el de Iberescena. Por tanto, le apuesto a esta Sala, porque permite a varios directores presentar su trabajo, al mismo tiempo que crear y hacer crecer un público diferente. Acá hubo y sigue habiendo apertura a diversas propuestas y locuras…»

Y es que La Galera puede construir su propio público, aun en medio de la precariedad. Viajé mucho, y he visto salas alternativas extranjeras presentar buenos espectáculos con más limitaciones que este espacio, cuya existencia debemos celebrar, así como seguir trabajando para hacerlo crecer. En fin, creo en La Galera y también en los otros espacios alternativos hoy existentes, como creo que se necesitan en el país salas autónomas con subsidio del Estado, y por esto seguiré trabajando» afirma Eunice.

La Galera es ahora una familia grande, un espacio donde gente de diferentes generaciones se junta para tejer ideas de identidad y de futuro propio.

Por su parte, Fernando Umaña (reconocido director teatral cofundador de Sol del Río) celebra el aporte de René Lovo a través de esta empresa artística.

«Precariedad es lo efímero, la insuficiencia de recursos. Pero lo precario como fortaleza, según lo plantea René, se asemeja al Teatro Pobre de Grotowsky. Y con esa misma precariedad se puede buscar la belleza.»

Por otra parte, la identidad es lo contrario a la diversidad: un teatro debe tener identidad propia y defenderla, sobre todo en este país, donde siempre se habla de lo “colectivo”, del “nosotros”, y muy poco de la individualidad. La Galera, en su diversidad, aún está en busca de su identidad. En los países donde existe más desarrollo cultural e infraestructura, cada artista que sobresale del promedio tiene su propio teatro y no presenta allí más que sus obras.

A pesar de las limitaciones, hemos montado aquí obras de gran nivel, incluyendo estrenos ganadores de premios internacionales como el de Iberescena.

Para el fundador de La Galera y sus «cómplices galereanos» el reto desde el principio fue concebir un teatro que nos permitiera con lo mínimo lograr lo máximo.

«En nuestro país, el solo hecho de hacer teatro es ya un lujo por el que directores y actores pagamos, no nos pagan por hacerlo. Cuando en nuestro grupo nos reunimos para montar una obra, nadie pregunta cuánto le pagarán, sino que la hacemos y después vemos cómo nos arreglamos: esa es la precariedad que aquí padecemos.»

Sin embargo, René siempre guarda el anhelo de hacer ese teatro en el que él conceptualmente cree: uno diferente, no el mejor, sino simplemente uno que refleje su esencia como artista.»

No digo con esto que en teatro sólo haya una manera de hacer las cosas. No, existen maneras diversas, pero insisto: cada quien tiene su identidad. Y es que los diálogos sólo pueden darse con la diferencia, no con la igualdad. Esto implica tolerancia y respeto ante propuestas distintas, cosa que en este país también es muy difícil; pero para crear teatro se necesitan las contradicciones, no las loas. En fin, en el teatro salvadoreño administramos crisis, no sólo precariedad».

En contraste, el actor Omar Renderos quiso centrarse en la nostalgia:

«En La Galera he tenido un espacio para jugar el juego que quiero jugar. Aquí ha habido diálogos y complicidades, y he ido entendiendo mejor cada vez por qué y para qué quiero hacer teatro. Entiendo la precariedad, claro; pero entiendo más la belleza en este momento, y ésta me estimula a seguir haciendo teatro. Además, en este espacio he podido ser cómplice de René en proyectos como el Primer Festival de Teatro Alternativo, a celebrarse este año, a ver qué sucede…»

Fernando Umaña. Director de Teatro

Omar Renderos. Actor de Teatro

Pero nada podría haberse logrado sin ustedes, los espectadores, sin sus miradas y voces. Estos nueve años (casi diez) han significado un gran aporte al teatro, porque hemos construido un diálogo. Una década ya dicta historia y construye un horizonte, una postura, una convicción, un hecho escénico, un tejer entrañable de amigos y amigas… Ese diálogo, orgánico y genuinamente humano, me seduce y me hace seguir aquí. No perdemos la brújula, aunque a veces haya desencuentros.»

Agradezco a René ese empuje, ese arraigo, esa testarudez, ese aguante, y a todos los que han venido empujando esta carreta para que podamos seguir soñando… ¡Soñemos juntos!».

Y usted, ¿quisiera ir a soñar a La Galera?

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