Crónica

El presidente Bukele considera que el sistema educativo debería impartir contenidos «útiles» como moral y civismo y «retornar a Dios».

Las «mujeres malas» y el presidente

Texto: Raquel Kanorroel*
Fotografías: Luis Galdámez

Marzo 22, 2024

«Somos malas… ¡Pero podemos ser peores!» fue una de las consignas coreadas por las «mujeres diversas, no binarias y disidencias sexuales» durante la marcha del sábado 9 de marzo realizada en el contexto de la celebración mundial del 8M y organizada por la Asamblea Feminista. El objetivo de dicha marcha fue «hacer un llamado a la organización social y a la defensa de nuestro cuerpo territorio». Su lema este año fue: «El ruido no se calla hasta que la justicia estalla». 

La marcha salió desde el portón principal de la Universidad de El Salvador hasta el Parque Cuscatlán, recorrido que tuvo un claro significado conmemorativo, ya que en ese mismo tramo el Ejército masacró en 1975 a un grupo de estudiantes durante una protesta. Por tal razón, explicó la ponente que abrió la conferencia de prensa previa a la marcha, ese recorrido es «un lugar que guarda memoria de estudiantes que perdieron su vida en búsqueda de libertad, autonomía y la construcción de una sociedad justa».

«No queremos llegar a esos límites, pero este gobierno hace todo lo posible para que cada día retrocedamos en relación a esos grandes derechos que habíamos conquistado», expresó la misma ponente.

Un ambiguo «lado correcto de la historia»

En un video publicado por ElSalvadorG en su canal digital, Nayib Bukele declaraba en 2014: «Yo creo que la lucha de los Derechos Civiles de nuestro tiempo es la comunidad LGBT, y yo quiero estar al lado correcto de la historia, siempre he dicho eso, mi temor es estar al otro lado […]. No voy a estar del lado de los discriminadores» (https://www.youtube.com/watch?v=edHsVm4xhVM)

Estas palabras las pronunció el ahora presidente de la República en noviembre del año mencionado, durante una reunión organizada por activistas de Derechos Humanos de personas salvadoreñas LGBTI+. Era la época en que declaraba que «toda la vida he sido de izquierda y mi pensamiento es de izquierda», según lo apuntó en una entrevista concedida a Contrapunto en noviembre de 2012 (puede consultarla en este enlace https://www.huffpost.com/entry/nayib-bukele-izquierda_n_1882374).

Pero gradualmente, desde entonces, ese «lado correcto» ha ido cambiando de lugar hasta que, a finales del pasado febrero, en el marco de la convención ultraderechista Acción Conservadora en Maryland, Estados Unidos, mandó a eliminar «esas ideologías de género» de las escuelas, como consta en las declaraciones vertidas al canal digital La República (puede acceder al video en (https://www.youtube.com/watch?v=6LLypWmCiQ0): 

«Esta acción es necesaria para proteger los valores tradicionales y morales en la educación. Nos hacen pagar para que (nuestros hijos) tengan una educación contraria a la naturaleza, contraria a Dios, contraria a la familia, contraria a lo que los padres queremos. Ese es el verdadero peligro (…)».

«El sistema educativo debería impartir contenidos útiles y tradicionales, como moral, civismo y nuevas materias como finanzas, pero no ideología de género (…). Se deben erradicar esas ideas de los colegios y retornar a Dios».

Esta polémica decisión llega en un momento en que El Salvador enfrenta altos índices en violencia de género y desigualdad, según datos actualizados del Observatorio de Violencia Contra la Mujer de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, ORMUSA; situación que la ONU venía registrando ya en su informe del 15 de marzo de 2021 (Análisis común de país. El Salvador, 2021), en donde se expone que, según la Encuesta Nacional de Violencia Sexual de 2019, 6 de cada 10 mujeres expresaron haber vivido al menos un hecho de violencia sexual en los doce meses previos.

Curiosamente, hasta el momento en que se escriben estas líneas, organismos internacionales relacionados con la educación sexual y reproductiva, como la Organización Mundial de la Salud  (OMS) y con los derechos de las mujeres, como el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW)  no se han pronunciado al respecto.

Según el informe Análisis común de país del 15 de marzo de 2021 de la ONU, la Encuesta Nacional de Violencia Sexual de 2019 refeja que 6 de cada 10 mujeres expresaron haber vivido al menos un hecho de violencia sexual en los doce meses previos. 

Una sorpresa no tan sorpresiva

Para el sector feminista y LGBTI+, las disruptivas declaraciones del presidente y las acciones tomadas en consecuencia no fueron ninguna sorpresa: «Definitivamente no esperábamos que fuera tan descarado, pero era algo que se veía venir con el desmantelamiento gradual de la institucionalidad en materia de derechos humanos de las mujeres desde el período anterior. Sin embargo, el golpe ha sido duro, y evidencia que él no tiene ningún compromiso con las mujeres ni con el resto de las poblaciones vulneradas de nuestro país», declaró María Teresa Trejo, coordinadora general de Las Dignas.

En efecto, las instituciones que permanecieron «tenían menos presupuesto, menor trabajo territorial y los servicios se fueron cerrando, sobre todo los relativos a la diversidad sexual.

Esta nueva embestida contra el tema de género, el cual está vinculado a toda una serie de normativas en derechos humanos, implica que ya no vamos a contar con los servicios que el Estado tiene la responsabilidad de brindar en el marco de dichas normativas», agregó. 

María Teresa Trejo, coordinadora general de Las Dignas.

Queda por ver entonces qué pasará ahora con el ISDEMU y otras entidades responsables de promover y defender los derechos de las mujeres y de la población LGBTI+.

«Se evidencia aquí la incidencia de iglesias y sectores ultraconservadores en las políticas públicas, alejándonos cada vez más de un Estado laico, como se proclama que es El Salvador», puntualizó María Teresa. 

Por su parte, Fati Ach, de la Colectiva de Teatro Feminista y estudiante de Ciencias de la Educación en la UES, señaló que «el tema de salud sexual y reproductiva jamás estuvo verdaderamente presente en el sistema educativo salvadoreño, el cual ha sido siempre un tanto moralista.

Sí había apertura ante ciertas organizaciones que trabajaban el tema de género dentro de los centros escolares, pero ahora se cierran hasta esas posibilidades».

Fati Ach, de la Colectiva de Teatro Feminista.

En su caso, Fati Ach atestigua que «fueron los procesos con organizaciones semejantes los que me dieron la capacidad de pensar diferente sobre mi propia existencia, mi cuerpo y las demás mujeres, con las que aprendí a convivir en una relación de complicidad y no de competencia, que es lo que el sistema imperante ofrece», y enfatizó que la educación en género sirve ante todo «para la prevención de la violencia, porque vivimos en un sistema y en un país violentos, más allá del tema de maras y pandillas: es una sociedad violenta en sí misma, debido a que cargamos un legado de violencia patriarcal desde mucho antes de la Colonia». 

Al respecto, denunció que «hoy vemos como un grupo de hombres se reúne para determinar lo que las mujeres debemos hacer con nuestro cuerpo. Esto es peligroso y retrógrado, sobre todo en lo tocante a las nuevas generaciones de mujeres: no queremos mujeres sumisas de aquí en adelante. Sin embargo, este gobierno reafirma que las necesita», acotó.

De acuerdo con la coordinadora general de Las Dignas, al desmantelamiento de la institucionalidad en El Salvador se suma un enorme retroceso en materia de derechos humanos de las mujeres.

«Se evidencia aquí la incidencia de iglesias y sectores ultraconservadores en las políticas públicas, alejándonos cada vez más de un Estado laico, como se proclama que es El Salvador».
Mª Teresa Trejo, coordinadora general de Las Dignas. 

¿Qué piensan hacer ahora las «mujeres malas»?

«Ante el enorme retroceso en materia de derechos humanos de las mujeres y de poblaciones más vulnerables en nuestra nación, así como en materia de educación, y ante el posible desmantelamiento de la institucionalidad del país, no nos queda más que juntar fuerzas y seguir organizándonos en la defensa de esos derechos, de una normativa y de una institucionalidad que han costado años al movimiento de mujeres poder lograr», responde María Teresa Trejo, haciendo eco de lo dicho por todas las organizaciones presentes en la marcha.

«Ante un régimen de excepción en el que se criminaliza a las defensoras de derechos humanos, es muy riesgoso confrontar. Sin embargo, seguimos en nuestra lucha, evidenciando que hay una normativa que debe cumplirse. Y aquí es fundamental el papel de la cooperación internacional, que es la que le otorga fondos al Estado y a las organizaciones para el trabajo en la defensa de los derechos. Esto significa que tendremos que trabajar mucho hacia afuera para evidenciar que este gobierno está muy lejos de incluir en su agenda prioritaria los derechos de las mujeres, las poblaciones sexo diversas o la gente más vulnerable de El Salvador», puntualizó María Teresa, aclarando a continuación que «no es que tengamos puestas las esperanzas únicamente en el apoyo de la comunidad internacional: ello es tan sólo parte de nuestra estrategia, la cual incluirá mucha actividad comunicacional y de corte legal dentro y fuera de nuestras fronteras». 

Fati Ach, por su parte, considera que mantener el ánimo en alto es tan importante como la organización y el activismo: «Este gobierno quiere intimidarnos y bajarnos la moral, pero no lo logrará, porque hay fuerza en nosotras. Estamos preocupadas, sí, pero somos fuertes y podemos seguir resistiendo ante sus amenazas, y no sólo a nivel psicológico. Quizá ya no podremos hacer actividades masivas, porque se cierran los espacios, pero creo que, en la medida de lo posible, con todo lo que ya sabemos y con todo lo que ya contamos, sí podemos incidir. Porque estas experiencias también nos hacen crecer, puesto que nos acuerpamos más».

El sepelio de una digna señora en medio de una colorida marcha

Aunque este año hubo menos concurrencia al evento que en años anteriores (la autocensura ante el régimen de excepción es inevitable), la marcha feminista del sábado 9 de marzo no fue precisamente escasa ni gris: al contrario, participaron muchas mujeres de varias comunidades provenientes de la capital y del interior del país, no se diga miembros del sector LGBTI+, coreando consignas, cantando alegres canciones ad hoc y portando carteles con mensajes radicales, como es la usanza en estos eventos. 

Performance que representa el «entierro» de nuestra Constitución que el actual gobierno.

Sin embargo, a la altura del puente cerca del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, en el triángulo donde se encuentra la placa conmemorativa en honor a los allí caídos en 1975, tres mujeres vestidas de negro y portando pequeñas velas se aprestaron a realizar un rápido pero solemne sepelio: el de la Constitución de la República de El Salvador, la que comenzó a agonizar desde que el Presidente más cool del planeta empezó con sus… «nuevas ideas».

Nos preguntamos si podrá resucitar.

* Periodista, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).

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