Crónica

Ilustración: Luis Galdámez

El periodismo y la soledad frente al poder

Rigoberto Chinchilla *

Febrero 24, 2023

Han pasado más de dos décadas desde aquella entrevista. Él ya murió y sigo pensando que la democracia salvadoreña todavía tiene una deuda con los periodistas. Ocurrió en abril del año 2000, comenzábamos el siglo. En la sala de espera de Casa Presidencial –la antigua sede ubicada en el barrio San Jacinto– habíamos sido convocados periodistas de las principales radios noticiosas de aquella época. Era el primer año de gobierno de Francisco Flores e iban a ofrecer un balance del arranque de su quinquenio.

Seguíamos con agudeza sus decisiones de gobernante desde la óptica periodística, aunque, posteriormente su mandato se volvió difícil con el paso del tiempo; hablar con él no era fácil, pero tampoco imposible. En momentos de crisis, terminaba concentrándose en su trabajo “entre las blancas paredes y gruesas cortinas de Casa Presidencial” como lo expresara él mismo en aquellos primeros discursos que le elaboró Federico Hernández.

Los convocados fuimos Nery Mabel Reyes, de YSKL (104.5 F.M.); Roberto Castañeda, propietario entonces de Radio Sonora (104.5 F.M.), Antonio Saca, de Radio La Chévere (100.9 F.M.) y quien escribe este artículo, entonces periodista acreditado que llegué ahí representando a la desaparecida Radio Corporación Salvadoreña (RCS) que se sintonizó en el 88.9 F.M.

Reunidos los cuatro convocados en esas salas decoradas estilo Luis XV, el hielo de la conversación se rompió con una improvisada discusión sobre quién entrevistaría primero al presidente. Nery Mabel Reyes sugirió: “yo tengo el cierre de edición a las once de la mañana y necesito revisar el material”. Nadie se opuso para no permitir la falta de caballerosidad entre los presentes.

En ese orden siguió el director de Radio Sonora. Quedamos pendientes dos e iniciamos una conversación bilateral con Antonio Saca, de quien ni siquiera adiviné sus aspiraciones presidenciales y mucho menos pensé que años después iba a terminar expulsado del partido ARENA, ni en el Pabellón nueve de Centro Penal “La Esperanza” (conocido popularmente como Mariona).

Saca ostentaba el cargo de presidente de Asociación Salvadoreña de Radiodifusores (ASDER) y con total desenfado iniciamos una conversación sobre su férrea oposición a la existencia de las radios comunitarias. Me argumentó su rechazo con la supuesta “ilegalidad en que operaban”; le compartí mi opinión sobre la legitimidad y necesidad de romper la información alineada al pensamiento único informativo, como una forma democrática y de lo dañino para la democracia salvadoreña; pero él me argumentó: “ya vas a ver, que si acaso algún día llega a gobernar la izquierda en este país, ni les van a parar bola” me dijo desde su condición de empresario radial.

Recuerdo que hablamos sobre Baltazar Garzón, del proceso en contra de Augusto Pinochet y sobre el bloqueo de Cuba y me expresó fuertemente su temor “ideológico” de viajar a la isla caribeña; me aseguró sentirse más cómodo de viajar a Estados Unidos, a casa de sus hermanos, particularmente a Miami; aunque admitió que le agradaban fumar puros cubanos de la marca Cohiba.

La entrevista con Francisco Flores se convirtió en un acontecimiento único en toda su gestión, pues jamás volvió a dar entrevistas exclusivas, excepto las que fueron “pactadas” con directores de medios de comunicación y entrevistadores calificados de dóciles porque no se salían del guion, como cuando echaron adelante “la dolarización de la economía salvadoreña”.

Francisco Flores quería quitarse “el mote” que había dejado la última gestión presidencial, a quien le había elaborado ya varios chistes populares, producto del ingenio y creatividad del pueblo, quizá como una forma de expresión de nuestra cultura popular, como ocurrió con los siguientes mandatarios, pues es la forma que los ciudadanos utilizan para reprochar a los jefes de Estado su ausencia y distanciamiento luego de que son elegido por ellos.

Con voz tranquila y gesto amable, fue evacuando cada una de mis preguntas. Flores tenía un estilo muy definido para articular sus ideas: pensaba antes de contestar, se preparaba y, ante preguntas incisivas y delicadas, pocas veces perdía la cordura. Claro, pocas veces. En honor a la verdad conmigo se puso explosivo en dos oportunidades. Cuando le pregunté si condonaría la deuda agraria, y me dijo: ¿Qué harías tu periodista, Rigoberto Chinchilla? Le respondí: “yo no soy el Presidente de la República, no he jurado ante la Constitución, usted es el presidente”. Así que retomó sus palabras y empezó a argumentar. Luego vendría cuando le cuestioné sobre la ayuda de la ayuda internacional y fue cuando calificó mi pregunta de “perversa”.

Después, yo seguí mi labor y él su gestión presidencial.

En la entrevista de su primer año de gobierno percibí que a Francisco Flores le preocupaba que se le etiquetara como un mandatario poco pensante. Recuerdo que le pregunté ¿quién manda en su gobierno? Él trató de convencerme de la difícil tarea de un mandatario. No respondía en blanco y negro, ni en monosílabos, me expresó su teoría de la “soledad frente al poder”. Recuerdo que se levantó de la silla y se observó así mismo, en un espejo que estaba colocado a un costado de la sala privada de la entrevista, tomó aire y expresó: “La población no se imagina en lo más mínimo que es tomar decisiones, los ministros me pueden sugerir lo que quieran, pero quien manda en este país soy yo”.

Han pasado más de dos décadas desde aquella entrevista. Él ya murió y sigo pensando que la democracia salvadoreña todavía tiene una deuda con los periodistas y, por otro lado, los periodistas estamos en deuda con la sociedad. Creo que valdría la pena contar los detalles de esas coberturas que quedaron en el anonimato, ya sea por manipulación, sesgos mediáticos o intereses políticos de los medios de comunicación que evitan relatar qué sucede tras bambalinas. En mi caso, debo aclarar que la amnesia no me ha afectado, así que seguiré compartiendo aquellas memorias donde en mi condición de periodista he tenido la oportunidad de ser testigo del tiempo.

* Periodista salvadoreño

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