Pittsburg, California – En un país tan pequeño como El Salvador la migración siempre ha sido una parte clave de la sociedad. Desde lugares rurales a centros urbanos o del interior del país al extranjero, los salvadoreños son nómadas. Roque Dalton, el poeta salvadoreño de más renombre, celebra y lamenta la larga historia de migración salvadoreña en el
Poema de amor.
Este poema recuenta los lugares más comunes donde se realizó la migración salvadoreña en el Siglo XX. Los salvadoreños estuvieron presentes en el canal de Panamá, en las bananeras de Honduras y Guatemala, y en las bases navales de California.
Además de nombrar adonde fueron los salvadoreños, Dalton recuenta los sentimientos de soledad y desesperación que acompañaron a los salvadoreños en sus odiseas por el continente americano. Dalton también nos recuerda que, aunque estos salvadoreños se encontraban en el extranjero, nunca dejaron de ser salvadoreños.
La migración ha tenido un mayor impacto en la sociedad salvadoreña. Ha sido la causa de una guerra contra Honduras (la llamada “guerra de fútbol”) que tiene vínculos en la migración de miles de salvadoreños a tierras hondureñas en busca de trabajo y oportunidades no disponibles en El Salvador.
La migración también dio luz a la diáspora salvadoreña. Esa diáspora ha tenido consecuencias económicas, políticas y culturales para El Salvador. El país más pequeño en Centroamérica se agranda por medio de su diáspora, reforzando los que nos dice Dalton de que los salvadoreños en el extranjero siguen siendo salvadoreños.
Pero una diáspora no ocurre por el simple hecho de que gente se mueve de un lugar a otro. No. Las diásporas son creadas con intención.
Así fue el caso con la salvadoreña que se formó en los Estados Unidos. Esta es la diáspora que ha tenido el mayor impacto en la sociedad. Pues no es sorprendente que a los salvadoreños en los Estados Unidos les llaman “hermanos lejanos” o “Departamento
15”.
¿Cómo es que Estados Unidos se convirtió en el lugar adonde la mayoría de los salvadoreños migraron? Sabemos que la mayoría de los salvadoreños llegaron en la década de los
80. El jesuita Segundo Montes estimó que allá por
1984 había
500,000 mil salvadoreños en los Estados Unidos. Ese número creció durante el resto de la década. Porque muchos entraron al país sin documentos y es casi imposible dar un numero definitivo, hasta el propio Servicio de Inmigración y Naturalización, conocido por sus siglas en inglés INS, admitió que por un salvadoreño detenido por las autoridades
4 o
5 salvadoreños entraban si detección. Huyendo del conflicto armado estos salvadoreños fueron mal recibidos por las administraciones de Jimmy Carter y Ronald Reagan.
Lo que a veces se olvida es que las políticas de Reagan con respecto a inmigración fueron una continuación de las políticas realizadas bajo la administración de Carter.
¿A cuáles políticas me refiero? Como gente desplazada huyendo de un conflicto armado se supone que los salvadoreños hubieran sido candidatos para entrar al país como refugiados, o si ya estaban adentro del país como asilados políticos. ACNUR, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, recomendó el estatus de refugiados a los salvadoreños huyendo de la guerra.
Una recomendación que el gobierno estadounidense rechazó. Para los Estados Unidos admitir que los salvadoreños eran refugiados, era aceptar que el país estaba creando condiciones por las que estaban huyendo. Al contrario, el gobierno estadounidense clasificó a los salvadoreños como migrantes económicos y negó el asilo político a un
97 por ciento de los que pidieron ese estatus. Además de negar el asilo, el gobierno de Carter, y después el de Reagan, mandaron a los salvadoreños detenidos a centros de detención donde fueron tratados como criminales peligrosos, cuyo delito fue intentar vivir una vida tranquila lejos del peligro del conflicto armado. El abuso que salvadoreños recibieron por agentes del INS está documentada, pues demandas judiciales como la de
1982 (
Orantes v. Smith), la de
1985 (
Flores v. Meese) y la de
1990 (
ABC v. Thronburgh) demostraron que el gobierno de los Estados Unidos discriminó a los salvadoreños que pedían el asilo político.
Una de las ironías más grandes de la historia migratoria de los salvadoreños es que la diáspora más grande se formó dentro de una sociedad hostil como fue Estados Unidos en los años
80. La dramática llegada de los salvadoreños en medio de un conflicto armado nos hace olvidar la larga historia de ellos en los Estados Unidos.
Llegaron a ciudades como San Francisco, Los Ángeles, Washington DC y Houston porque había otros salvadoreños en esas ciudades.
Los migrantes anteriores formaron comunidades y redes sociales que atrajeron a los que salieron durante los años del conflicto en los
80. Aunque no es las más grande, la ciudad de San Francisco tiene un de las comunidades más antiguas de salvadoreños en los Estados Unidos.
Esta comunidad se fundó al inicio del siglo XX cuando San Francisco se convirtió en la capital de ventas y procesamiento de café en la costa oeste. Las compañías Folgers, MJB y Hills Bros. tenían fábricas cerca de los muelles de San Francisco.
Los primeros migrantes fueron salvadoreños involucrados en la industria del café. Cuando los vapores que salían del puerto de Acajutla traían café y también a salvadoreños con altos ingresos. Llegaban a hacer sus negocios, a turistear y mandaban a sus hijos e hijas a escuelas y colegios cercanos. Y con ellos también llegaban trabajadores domésticos. Con el tiempo estos salvadoreños transitorios y migrantes subsecuentemente formaron una comunidad de salvadoreños en el barrio La Misión. Durante casi todo el siglo pasado los salvadoreños tuvieron presencia en la ciudad.
Aunque había muchos latinoamericanos de varios países, San Francisco mantenía un ambiente cultural diverso, no como Los Ángeles o Chicago, cuyo ambiente cultural era más que todo mexicano. Así que cuando estalla el conflicto armado y llegan olas de salvadoreños, estos arriban a una ciudad familiar con amigos, parientes o con el conocimiento de que hay salvadoreños en la ciudad.
Aunque los salvadoreños tienen una larga historia de migrantes hacia los Estados Unidos sin duda la más grande fue la de la década de
1980. El conflicto armado aumentó y agrandó las redes migratorias que los salvadoreños crearon durante esa etapa del siglo pasado.
La migración es un aspecto del conflicto a veces olvidada. Cuando se escribe de la confrontación armada los principales actores son el guerrillero FMLN, el gobierno salvadoreño y los Estados Unidos. Algunos estudios se han enfocado en los eventos grandes y dramáticos como el magnicidio del Arzobispo de San Salvador, hoy santo de la iglesia católica -San Oscar Arnulfo Romero-, masacres cometidas por el ejército como las del río Sumpul y El Mozote -entre muchas-, las ofensivas de
1981 y la de
1989 y el asesinato ese mismo año de los sacerdotes jesuitas en medio del mayor ataque rebelde en
12 años de guerra civil.
Otros se han preocupado por los orígenes de la ideología revolucionaria en el campo o en la relación entre administraciones de Estados Unidos y distintos gobiernos salvadoreños. Cuando se habla de refugiados el tema se traslada a los campamentos en Honduras.
En cambio, cuando se escribe la historia del conflicto armado desde el punto de vista estadounidense se habla de los movimientos de Solidaridad y Santuario. Esto dos movimientos se dedicaron a proteger los refugiados salvadoreños y denunciar la intervención del gobierno norteamericano. La mayoría de los activistas involucrados eran estadounidenses con experiencia en movimientos sociales anteriores, como el movimiento antiguerra en Vietnam. Estos activistas recaudaron fondos, ropa y comida para salvadoreños indigentes y también organizaban marchas y mítines en contra de la intervención de su gobierno en El Salvador.
Ahora es raro el que estudia o vincula seriamente el conflicto armado con los movimientos sociales en los Estados Unidos. Un énfasis es que lo que pasó en El Salvador durante la pasada guerra civil se queda en aquel país y lo que pasó en Estados Unidos se queda aquí.
Propongo a historiadores que expandan los actores del conflicto armado para incluir a los migrantes y refugiados que llegaron y que tomen la migración como un evento vital y con consecuencias para la historia no solo de la guerra en El Salvador.
Así la historia no es solamente bélica entre la guerrilla izquierdista del FMLN y el gobierno salvadoreño con su patrocinador Estados Unidos. También se trata del movimiento de gente a través de varias fronteras y la creación de una diáspora que en el futuro va a tener mayores consecuencias para la sociedad salvadoreña (como lo es actualmente).
Menciono los movimientos Solidaridad y Santuario para que la historia de esos movimientos sea escrita desde la perspectiva norteamericana. Pero poniendo atención a que estos movimientos tienen sus orígenes en la migración salvadoreña.
Las primeras organizaciones dedicadas a ayudar refugiados salvadoreños y a oponerse a la intervención estadounidense fueron fundadas por migrantes salvadoreños y también nacidos en los Estados Unidos. Así en San Francisco el Comité de Salvadoreños Progresistas se fundó en
1975 como una respuesta a la masacre de estudiantes universitarios el
30 de julio de ese año en San Salvador. Nació como una iniciativa de salvadoreños con aliados nicaragüenses, mexicanos y norteamericanos.
En San Francisco había un movimiento prosandinista y cuando triunfó la revolución en Nicaragua en julio de
1979, los activistas cambiaron de atención y se dedicaron a ayudar a salvadoreños que estaban activos dentro del movimiento nicaragüense. Se decía: “Si Nicaragua venció. El Salvador vencerá.” Este grupo de activistas organizaban marchas y mítines, publicaban el periódico
El Pulgarcito Rojo y también ocuparon el Consulado de El Salvador en San Francisco en abril
1978. Todas estas acciones eran para elevar la conciencia política de los salvadoreños en la ciudad y para oponerse a las acciones del gobierno de El Salvador desde el extranjero.
Aunque estaban en los Estados Unidos, estos salvadoreños se consideraban parte del país y sus acciones eran para ayudar al creciente movimiento opositor en El Salvador. El Comité se organizó al mismo tiempo que en el país se fundaron organizaciones de masas, como el Bloque Popular Revolucionario (BPR).
Durante todo el conflicto armado los activistas del Comité se dedicaron a ayudar a refugiados salvadoreños, a apoyar al FMLN y a protestar porque terminara la intervención estadounidense. Pero no fueron los únicos que se dedicaron ayudar durante la confrontación bélica. Los que salieron de El Salvador huyendo de los cuerpos de seguridad por su participación en sindicatos, grupos de masas o en grupos político-militares también fundaron organizaciones.
Y ésas son algunas como El Rescate, CARECEN y CRECE que también se dedicaron a oponerse a la intervención estadounidense y a ayudar a salvadoreños en sus solicitudes de asilo político.
Hasta el movimiento Santuario tuvo sus orígenes con salvadoreños que salieron de su país huyendo del conflicto. En el área de la Bahía de San Francisco activistas religiosos notaron el crecimiento de refugiados salvadoreños en sus comunidades y empezaron a investigar las razones del porqué llegaban tantos. Se dieron cuenta del conflicto armado y sus horrores por medio de los salvadoreños que les compartieron sus testimonios.
El caso de la organización CRECE en San Francisco demuestra de nuevo como los salvadoreños fueron vitales para la creación y crecimiento de movimientos sociales en los estados unidos.
CRECE fue fundado en
1983 por salvadoreños con experiencia en grupos de masas. Esta organización se dedicaba a repartir comida, ropa y alojamiento a salvadoreños indigentes. También era un recurso para los que buscaban ayuda con asuntos migratorios. CRECE trabajó con iglesias activas en el movimiento para escoger salvadoreños para que contaran sus testimonios.
El movimiento Santuario fue una oportunidad más para alojamiento temporal y también era una plataforma para denunciar al gobierno salvadoreño y la intervención estadounidense. Además, organizaban eventos culturales para que el público norteamericano conociera algo de la cultura de El Salvador y los orígenes de conflicto armado. Junto a estos esfuerzos el movimiento Santuario también luchó por el asilo político para salvadoreños.
Organizaciones como CRECE, CARECEN y El Rescate, con la ayuda de iglesias, conectaban refugiados a servicios migratorios de bajo o sin costo alguno. Este activismo dedicado a los refugiados también atrajo a abogados simpatizantes a la causa. En
1985 el gobierno de Reagan acusó a
11 miembros del movimiento Santuario de traer de contrabando a refugiados y fue un golpe al movimiento. En respuesta iglesias afiliadas y organizaciones de salvadoreños demandaron a la administración Reagan, acusándola de discriminación contra los refugiados de El Salvador por negarles el asilo político basado en consideraciones de política del exterior.
El caso ABC v. Thornburgh paró la deportación de salvadoreños y guatemaltecos, les dio estatus legal temporal, forzó el gobierno a revisar 150,000 solicitudes que habían negado y les dio permisos de trabajo a los centroamericanos que calificaban.
El caso ABC fue herencia de una década de activismo empezada por salvadoreños que vinieron huyendo. Los términos del caso abrieron las puertas para que las administraciones de Carter y Reagan intentaran cerrarlo. Los salvadoreños que empezaron nuevas vidas en Estados Unidos durante el conflicto armado tuvieron la oportunidad de seguir viviendo en el país que los deseaba expulsar. Con nuevas protecciones las comunidades salvadoreñas pudieron crecer y establecer redes migratorias para los migrantes de posguerra.
La diáspora salvadoreña se formó porque había salvadoreños que durante el conflicto se involucraron en el activismo dedicado a terminarlo, y también ayudar a salvadoreños. Hicieron vínculos con grupos en El Salvador, lanzaron campañas para liberar reos políticos, trajeron a figuras culturales y estaban pendientes de los acontecimientos del conflicto. Su activismo era transnacional. Vivian en Estados Unidos pero sus mundos sociales se podían encontrar a lo largo de dos países.
Los salvadoreños fueron los fundadores de los movimientos de solidaridad y Santuario, movimientos que se preocuparon con el bienestar de los refugiados y finalizar el conflicto bélico. Por medio de estos esfuerzos se creó la diáspora, y hoy en día es raro que un salvadoreño no tenga parientes en este país.
Esta diáspora es una importante y tal vez sorprendente herencia de la guerra interna. Si podemos expandir nuestra vista a incluir a migrantes y refugiados podemos ver como jugaron un papel importante durante la década de los 80, cuando una porción significativa de salvadoreños salió del país. En El aparato imperialista en Centroamérica, escrito en 1973, Roque Dalton adivina el carácter del sangriento conflicto armado entre el gobierno salvadoreño -respaldado por “el imperialismo norteamericano”- y los insurgentes revolucionarios. Lo que Dalton no pudo presenciar fue la importancia de la migración (fue asesinado en mayo de 1975).
Desde las entrañas del monstruo los salvadoreños lucharon por terminar un conflicto que devastó al país y en ese proceso ayudaron a crear una influyente diáspora.
Gerson Rosales, estadounidense-salvadoreño, es candidato a doctorado en la Universidad de Michigan, Ann Arbor. Trabaja en una tesis sobre la larga historia de migración y activismo salvadoreño en San Francisco durante el Siglo XX. (Edición Alberto Barrera.)