Crónica
Carlos Barahona llegó a vivir al Bajo Lempa a la edad de seis años. Junto a su padre, trabajó en la agricultura y aprovechó las temporadas de corta de caña de azúcar para reunir dinero. Con el paso de los años, su padre enfermó de insuficiencia renal y dos de sus sobrinos.
Eric Lombardo Lemus
Videohistoria: Iván Manzano
Febrero 10, 2023
La Enfermedad Renal Crónica (ERC) es el asesino que opera a largo plazo en las zonas donde se cultiva caña de azúcar a granel. La fumigación con pesticidas que están prohibidos en el mundo desarrollado, pero que en El Salvador se utiliza sin remordimiento, está íntimamente relacionada con el aumento de casos de personas que desarrollan este padecimiento.
La enfermedad consume la vida de la población campesina que trabaja en este oficio y también de quien vive en las comunidades aledañas.
A nivel centroamericano, las tasas más elevadas de mortalidad por insuficiencia renal se registran en El Salvador y Nicaragua. En nuestro caso, la producción de los ingenios azucareros demanda la explotación del fruto a toda costa, mientras que en el país vecino la caña es la materia esencial en la fabricación de la bebida alcohólica de mayor exportación.
Los jornaleros que cortan caña realizan un trabajo muy duro, con jornadas extenuantes de hasta 12 horas y bajo un implacable sol abrasador, con temperaturas que llegan a superar los 35° C.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) calcula que entre 1997 y 2013 la insuficiencia renal dejó más de 60.000 muertos en Centroamérica, de los cuales el 41% tenía menos de 60 años.
En el Bajo Lempa la historia de la familia Barahona es una pequeña muestra de una realidad cotidiana que no ofrece matices.
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